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¿Por qué torturaron hasta la muerte al normalista Julio César Mondragón Fontes?

Sayuri Herrera

La tortura ha tomado tales proporciones, que se ha convertido ya en un instrumento de gobierno, uno que no debemos ignorar. Las técnicas de tortura son enseñadas y mecanizadas, y se exportan de un país a otro. Hay un aprendizaje de la tortura, un entrenamiento en ello, y los “expertos” van ofreciendo sus servicios de “capacitación”, yendo de un gobierno opresor a otro. La tortura generalizada es, evidentemente, un asunto político y económico, no solamente psicológico; no es una patología que presentan algunos individuos. Los mexicanos se encuentran indefensos ante poderes arbitrarios y opresores, como son la delincuencia organizada, la policía, el ejército y la burocracia; es decir, son vulnerables frente al propio Estado. Esto es, desde ya, una tortura incipiente instituida. Para Julio César no hubo compasión, pero habrá justicia. Con su muerte, se pretendió aterrorizar a la comunidad, inmovilizarla, disuadir la protesta y fortalecer el control social del Estado mexicano sobre la disidencia y el pueblo en general. No lo permitamos.

 

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