Sayuri Herrera
La tortura ha tomado tales proporciones, que se ha convertido ya en un instrumento de gobierno, uno que no debemos ignorar. Las técnicas de tortura son enseñadas y mecanizadas, y se exportan de un país a otro. Hay un aprendizaje de la tortura, un entrenamiento en ello, y los expertos van ofreciendo sus servicios de capacitación, yendo de un gobierno opresor a otro. La tortura generalizada es, evidentemente, un asunto político y económico, no solamente psicológico; no es una patología que presentan algunos individuos. Los mexicanos se encuentran indefensos ante poderes arbitrarios y opresores, como son la delincuencia organizada, la policía, el ejército y la burocracia; es decir, son vulnerables frente al propio Estado. Esto es, desde ya, una tortura incipiente instituida. Para Julio César no hubo compasión, pero habrá justicia. Con su muerte, se pretendió aterrorizar a la comunidad, inmovilizarla, disuadir la protesta y fortalecer el control social del Estado mexicano sobre la disidencia y el pueblo en general. No lo permitamos.